Un secreto que nunca fue secreto (V)

Oía con mucha atención lo que me decía, siempre trato de dibujar en mi mente lo que me describen y que grado de solución puede tener. Paulina era una chica nerviosa, estresada, con una autoestima casi por los suelos. Se necesita mucha paciencia y amor de la familia para recomponer su personalidad y normalizar su vida. Parecería que su encuentro familiar fue contrario a lo esperado y suscito en ella la desesperación de sentirse echada de su casa y de no tener donde ir. Por lo general los “amigos” sabemos que están en las buenas pero casi nunca en las malas. Me sentí entre la espada y la pared. Y para hacer costumbre otra vez asomaba mi yo bueno en un hombro y el malo en el otro para aconsejarme.

Mientras el bueno me aconsejaba no hacer caso de la situación porque no la conocía lo suficiente y claro podía ser cierto como falso su pedido de ayuda.... La maldad existe y como su nombre mismo lo identifica, la maldad no tiene límites puede valerse de todo y pasar lo peor… Comente con mi mejor amigo sobre lo acontecido no con todos y claro él estaba a favor que no la tome en cuenta ese día. Al final yo era el del problema y yo mismo debía dilucidarlo. Llame a su móvil y le dije que tome un taxi y que vaya a una parte donde estemos seguros todos, le pedí a un amigo que me acompañe. Pocas veces me equivoco con las personas y esta podía ser una de ellas pero dentro de mí aún tenía cierto grado de confianza en ella. Esas horas que la conocí crearon algún lazo de esperanza hacia Paulina que enderece su vida.

Siempre analizo si yo sería la persona que está al  otro lado del problema. Y tomo mis decisiones. Aquí si alguien me da la mano le agradecería eternamente. Finalmente llego estaba muy nerviosa, algo perdida de donde ir y cómo afrontar. AL parecer algunos de sus familiares se ofuscaron y trataron todo por su nombre. La dijeron muchas cosas feas. No me parece que en época de navidad las personas no tengan un espíritu pro activo y positivo.  En fin así es la vida y debes luchar contra  el pesimismo y muchas veces el odio. Sabía que estaba sola y no era como me imagina que tenía un plan establecido para hacerme algún daño.

Lo más salomónico ese momento era tranquilizarla  y conversar ya de otros temas. Al final era navidad y hay que tener otro espíritu. Aunque sea el espíritu, no hace falta el dinero. Ya pasado el susto regresamos donde estábamos antes que se suscite el problema y sumarnos a los festejos navideños. Ya Paulina estaba tranquila yo de la misma forma y mis amigos felices de que hayamos regresado con más invitados. Nunca que me acuerde he pasado proscrito de mi familia o pensar que no tengo donde ir o quien me ayude. Y esas gracias por la vída hacen que se tienda la mano- Mucha gente dice ser de alguna religión pero el momento de ayudar es simplemente ateo. Personas como yo que conocemos las calles, los caminos somos fieles testigos cómo funciona el mundo. Este blog si bien es de viajes y vivencias. Nunca les mostrare el lado opulento de la vida. Para eso existen millones de revistas, vídeos etc.

Hay una frase que dice “Hay quien escribe con puntos de sutura. Por eso leer también cura”. Para allá quiero ir. Hay que curar y sobre todo dar la mano a otras personas incógnitas. No hace falta ni escribir sobre ellas. Pero lo malo en mi es que me gusta escribir. Los que publican libros sus escritos pasan por algunas manos perfeccionando su forma. Aquí disculpen las fallas si existen, escribimos y subimos inmediatamente al blog. Al  menos de mi parte lo hago así, en mi libro ya espero este cero fallas. Pero volviendo a Paulina sentí que debía hacer algo más por ella. Deje que trascurra la noche con el típico espíritu navideño de todos felices. Y espere a la mañana para tomar alguna acción.  

Soy de las personas que “al mal paso darle prisa”. Paulina no tenía más que algunas horas para pasar con su familia y había que arreglar ese problema.

Continuará…