Un secreto que nunca fue secreto (V)

Sentí que Paulina de ser una compañera de viaje de un bus, pasó a ser algo parecido a un familiar en problemas. Llego hasta al punto de generarme intranquilidad, y por supuesto había que arreglar el disgusto como si realmente se trataría de un pariente.  Desperté muy temprano, Paulina dormía aun en la habitación que ofrecieron a las mujeres invitadas. Pensaba que sería la mejor para ella, puesto que en la mañana siguiente ya tendría que viajar para de nuevo integrarse en reclusión.  Había alguna opciones la fácil era que se quede ahí conmigo y viaje la mañana siguiente. La otra opción era que yo hable con su familia y de alguna manera arreglen el conflicto.

Lo mejor era que Paulina se vaya en paz con la satisfacción de haberse reencontrado con su familia. Y ahora tenía que pensar cómo hacerlo. Pensé que lo ideal sería hablar directamente con su mamá y tal vez una hermana. Las mujeres son menos problemáticas que los hombres en ciertos temas y según entendí un hermano fue el que entro en conflicto con ella. Así que lo mejor era montar una reunión primero yo con ellas y luego todos. Mientras Paulina dormía llame al teléfono de su casa y hable directamente con su mamá.  

Estaban todos muy preocupados y dolidos que Paulina se haya ido de esa forma y sobre todo no saber por dónde estaba. Después me entere que Paulina también se portó algo mal y hablo algo demás. Pero en general las condiciones estaban dadas para normalizar las relaciones. Tome un taxi y resultó que no vivían muy lejos de donde estábamos, me dirigí a su casa con la intención que tanto Paulina como su familia tengan una navidad en paz. Y el mejor regalo para Paulina sería que abra los ojos y mire a su mama y hermana a su lado.   

Al encontrarme con su mamá me acordaba como son las madres de bondadosas y de corazón enorme, tenía mucho de ser como la mía.  Nunca se opuso a nada, lo contrario solo quería saber si estaba bien su hija. Así que mejor le ofrecí que vengan conmigo y le den la sorpresa ellas mismas. Para esto llame a mi amigo el dueño de la casa para avisarle del plan que tenía. Mi amigo es otra historia a parte ese hombre es otro de corazón bueno, junto a su esposa ofrecieron su casa para que haya el encuentro. Ahora si estaba todo encaminado a que esta familia que debió haber sufrido mucho, tengan unas horas en paz de navidad.

Llegamos casi en silencio y se sentaron sin decir absolutamente nada. Me dirigí donde dormía Paulina y le advertí que despierte que ya teníamos que irnos y que se levante. Note en su cara esa mirada aún perdida de no saber para donde irse. Supuestamente yo tenía que trasladarme a otra ciudad. Y efectivamente que en teoría me iba con mis amigos.  Al salir Paulina y encontrarse con su  mamá se oyó  gritos de  parte y parte pero de felicidad y un gran abrazo y beso que sellaba de alguna forma todo ese tiempo perdido para ambas y en general para toda la familia.  

Todos nos emocionamos y lo demostrábamos de diferentes formas. Mis amigos sonriendo a carcajadas, otros con una lágrima que se escapaba y yo realmente contento. Fue como película con final feliz. Y esta alegría no se quedaba ahí sentada, como toda gente alegre que  es habitual en el norte tenía que ahora seguir los festejos. La familia de Paulina era de clase media y muy decentes, al momento de llegar unos primos de ella para llevarlas de regreso a su casa nos enteramos que eran músicos y no faltó que entonen esas canciones que te llegan al corazón, no solo para los que les gusta el vallenato, sino para los que nos gusta toda la música.

Como dicen por ahí, se prendió la fiesta... Luego de unas horas me despedí de toda la familia y de Paulina para  proseguir mi camino con los amigos para otra ciudad. Dejamos a Paulina en paz y con sus parientes. Meses después recibí una invitación, para esto ya Paulina había recobrado su libertad y Oh sorpresa...Tenía que viajar de nuevo para el norte, pera ahora era para festejar otro acontecimiento. Mas luego les cuento de que se trataba esa invitación.