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Diabolo Sobre todo la buena amistad

Un secreto que nunca fue secreto (II)

Diabolo
Un secreto que nunca fue secreto (II)

Me defino una persona que puede conversar casi de todo tema. Siempre me gusta leer estar al tanto del mundo por supuesto leyendo varias fuentes. Porque lastimosamente los noticieros y páginas web otra vez han retrocedido al pensamiento único, como lo fue en la guerra fría. Otra vez volvemos a los buenos y  los malos, los rojos y verdes. Hay que acordarse de los juegos de mesa de antes donde se jugaba con fichas de colores. Eso significaba también que somos distintos. Pero hay gente empecinada en ser únicos. Y desde ahora les digo que eso no va conmigo, mientras más variedad de costumbres y formas de vivir haya en este mundo será mejor. Me acuerdo de esa película Yo, Robot porque en esa dirección va el mundo y no por los robots, sino porque nos quieren hacer robot de pensamiento único.

Por eso escribir fue siempre hermoso. Saber qué piensas por allá por donde vives…  Saber cómo vives es enriquecedor. Y perdonen que me vaya por este camino un rato. Pero existe gente que ni ha salido de una región o país y se da el gusto de criticar al resto del mundo. Lo primero que deben hacer las personas después de profesionalizarse es viajar, y viajar donde más se pueda. Es lo más valedero para abrir su mente. Yo defino el primer amor como el primero pero no el último. Y este es uno de los primeros ejemplos de vida. ¿Y por qué el primero no es el último? La respuesta es obvia, porque conocemos más chicas. Lo mismo aplica en caracteres, pensamientos y formas de vida. Hay gente que habla tanto de libertad que de verdad no me gusta ni leer sobre libertad. La libertad a más de escribirla se debería vivirla respetando las otras formas de pensar y de vivir. Libertad no es escoger a los demás como debes vivir.  Mi libertad puede que no sea la tuya, así de simple es esto.

Y cuando la chica me hablo así sin tapujos que salía de la cárcel. Me ponía a pensar como hubiera actuado yo cambiando los papeles. Y de seguro yo mentía, jamás hubiera expuesto la historia como ella me lo conto. Creo que si yo hago lo mismo a la chica del asiento contiguo, sin equivocarme se iba a otro asiento como minino. Esta parte me intrigo, pensar que objeto tiene decirme así sin anestesia su condición. Es una cualidad que tengo que a veces hace perder tiempo, pero que me sirve para hacer juegos mentales. Me gusta ponerme en el puesto de mi interlocutor y saber cómo yo hubiera actuado. Tanta sinceridad en este mundo es malo. Y no voy ahondar en el tema porque es malo ser tan sincero. Pero todos sabemos que vivimos en mundo donde nos encanta que nos mientan. Una de los sinsabores de la vida es que vivimos en un mundo perfectamente mentiroso.  Y bueno regresando al tema, no comprendí por qué tenía que yo enterarme.

Ya sentados nuevamente, me conto toda la historia y sus razones por las cuales lo hizo. Es una chica de clase media, estudiada, simpática y joven.  Que se dejó llevar por la ambición de la plata fácil. Alguien le dijo que no era complicado pasar droga por la frontera y se confió de sus “amigos”. Se ganaba unos dólares en una hora de trabajo. Lo que no sabía es que sus propios “amigos” la delatarían para desviar la atención y ese mismo instante pasa otro cargamento mucho más grande y a vista y paciencia de las mismas autoridades. Aquí voy a puntualizar algo.  Este es un juego muy viejo donde la policía queda bien, la persona que se le agarra queda en la cárcel y el cargamento grande pasa la frontera. Mejor dicho todos quedaron contentos salvo la “mula” que es la que queda detenida y sentenciada.  

Es algo que los grandes traficantes lo hacen a diario, lastimosamente las mulas también caen a diario engañadas. La sentenciaron a 6 años de presión. Ya iba a cumplir 3 años y por una ley que se aplica del 2x1 solo cumplía la mitad de su sentencia y sale libre. Faltaban como 2 meses para cumplir con su sentencia y por buena conducta tenía un permiso de 8 días para pasar navidad en su casa y en su país. No tenia ya la necesidad de escaparse. Cuando me contaba algo más, lo digería muy despacio porque no sabía para dónde va el cuento. Ya de por si uno se da cuenta que la ingenuidad de una persona que está 3 años en la cárcel ya no es ingenuidad.  Y seguía con mi pregunta, porque me cuenta a mí. Y vuelvo  a responderme que yo jamás lo hubiera contado.  Para mi concepto seria mi secreto. Con el pasar del tiempo y si le tengo mucha confianza le hubiera contado. Bueno estamos hablando de mí, no sé si ustedes le hubieran contado a un desconocido en un bus.

Hasta llegue a sospechar que era mentira que venía acompañada de una estafa o simplemente era una loca. Y para salir de esa incógnita le eche una andanada de preguntas de todo tipo.  Y por último como se dio cuenta que dudaba ya de sus cuentos, me mostró un papel. Era el salvo conducto que le permitía trasladarse en mi país sin que la detuvieran… En su país no había problema puesto que ahí no cometió ningún delito. Aquí, si ya me convencí. Ahora solo me quedaba la otra pregunta. ¿Por qué  me lo cuenta?

Continuará…

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