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Diabolo Sobre todo la buena amistad

¿A qué hora llegamos? (II)

Diabolo
¿A qué hora llegamos? (II)

Me desperté como cuando abres los ojos después de una borrachera  y lo primero que piensas es ¿Qué hice? Me dio una sensación de estar perdido en el tiempo y el espacio. Exactamente igual que al guayabo moral. Donde tienes ese cargo de conciencia por no haberme quedado en la ciudad de mi trabajo. Pasaron unos minutos ya adentrado en otro país y de apoco  regresaba mi sangra al cuerpo y retomaba la tranquilidad. Regrese a ver a mis amigas nuevamente y todavía dormían y me di cuenta que están bien dormidas porque se les fue el glamour y estaban hasta roncando. Bueno eso sirvió para mirar bien los detalles. Esto lo menciono porque dicen que el amor es ciego y aunque no tenía ninguna relación si es cierto que la segunda mirada es la que cuenta.

Pero si eran agraciadas, sobre todo sus caracteres eran muy joviales que rondaban entre 28 a 32 años. Una de ellas era Tica así la llamaba porque se presentó de esa manera.  La otra quien de alguna forma me gustaba se llamaba, como se llama un tercio de la población femenina. Maria. Tica era la payasa pero al mismo tiempo quien era el puente entre lo serio y lo imposible. Y quien en realidad me invito a su casa. Con su aire de ingenuidad también sabía diferenciar lo malo de lo bueno, y no porque lo bueno sea yo. Sino más bien porque mi sexto sentido me decía que detrás de su sonrisa había penas que le marcaron. No es regla pero las personas más alegres han sufrido mucho pero has sabido dominar esas penas.

Maria era algo más de esta tierra, más centrada,  más seria pero a la vez decidida también. De esas personas que dicen lo voy hacer y definitivamente lo hacen. Así que por ellas me sentía tranquilo, tenía dos amigas que pensaba jamás me traicionarían por algo malo. Decidí mirar el paisaje, llenar mi curiosidad del viaje en lo visual y ser un turista más. De todas maneras mis amigas estaban aun en los quintos sueños. Para mi suerte paro un momento el bus para abastecerse de combustible y ese momento nos sirvió para aflojar las piernas y por fin mis amigas despertaron. Así que todos juntos bajamos a respirar un poco, conversar sobre lo poco que ya faltaba y asearnos.

Ya de nuevo en el bus y listos para llegar, ahora si era hora de las preguntas de rigor. Dónde, Cuándo Cómo y Por qué, de todo lo que tenía en mente. Llegaba al cumpleaños de  la mamá de Tica que gentilmente me invitó y su mamá sabía que llegaban conmigo, supuestamente era compañero de trabajo. Inventamos un poco de cuentos para pasar como su compañero de labores. Realmente la felicidad y donde de gentes que ellas desbordaban, más su sinceridad era mi contra parte contra el pesimismo de lo desconocido. Pero tenía algo de experiencia de mis viajes y se cómo se debe comportar ante personas desconocidas. Lo mejor será que te conozcan y cómo se hace para que te conozcan... Pues conversar, no hay otro medio y sin ser vanidoso algo sirvo para charlar. Así todo estaba predispuesto para llegar a casa de Tica.

Llegamos a la estación, bajamos y me sentía muy bien. Ellas cada momento me hacían acuerdo de ciertas cosas que debía decir para no quedar en contradicciones. Teníamos el libreto muy bien repasado. Tomamos un taxi y llegamos a casa de Tica donde realmente aquí empezaba esta aventura. Y porque les digo esto, porque no era una familia muy normal. En realidad Tica tenía seis hermanos más todos varones, mamá, papá y como una docena y media de tíos y primos. Es decir como millón hombres que me clavaron la mirada.  Pensaba dónde está el resto de mujeres invitadas y las tías y demás primas. ¿Me sentía ser la oveja entre leones? Pues tenía como una veintena de hombres que me miraban,  remiraban y murmuraban. Alguna vez usaron el término. “Trágame Tierra”.

Continuará…

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